Nueva ola de migración de puertorriqueños y su impacto en las universidades

Por Carlos M. Padín Bibiloni. Rector de la Universidad Metropolitana (San Juan, Puerto Rico)

El rector de la Universidad Metropolitana (San Juan, Puerto Rico), Carlos M. Padín Bibiloni. Foto: Archivo de imágenes del SUAGM

La migración de puertorriqueños hacia Estados Unidos de América se ha incrementado en los últimos 10 años debido, principalmente, a dos factores: la situación fiscal de la Isla y la demanda de empleos bilingües en Estados Unidos. La Isla tiene una deuda de sobre 70.000 millones de dólares, la cual no puede pagar sin llevar a cabo serios ajustes en los servicios que el Estado ofrece. Ante la incapacidad de pagar la deuda, el Congreso de Estados Unidos, le impuso al Gobierno una Junta de Control Fiscal. Esta junta asumió el control de la nómina del Gobierno, del presupuesto y creó un mecanismo de restructuración de la deuda, entre otras cosas. La tasa de desempleo oficial es de 11,5 % y la situación fiscal crea incertidumbres en las empresas y en el pueblo en general, por lo que no se espera mejorías en este indicador. Por otro lado, hay un crecimiento económico de Estados Unidos sostenido con una tasa de desempleo de alrededor de un 4,4% (junio de 2017). Este hecho ha resultado en una oferta atractiva de trabajos bien pagados para los residentes de Puerto Rico.

Lo discutido anteriormente ha resultado en una migración de alrededor de 500.000 puertorriqueños a Estados Unidos. Estos se han ido atraídos por la demanda de trabajos bilingües y mejores condiciones de vida. Este número excede el Gran Éxodo que ocurrió en la Isla entre 1945 y 1960. En el 2015, según el Instituto de Estadísticas del Gobierno, un total de 89.000 personas emigraron, de las cuales 21.000 tenían alguna educación postsecundaria. Los cuatro estados que tuvieron el mayor balance neto migratorio en el 2015 fueron Florida, Texas, Pensilvania y Connecticut. Al puertorriqueño, por ser ciudadano de Estados Unidos, se le hace extremadamente fácil moverse a cualquier estado de EE UU y comenzar una nueva vida de forma inmediata, aunque socialmente le cuesta adaptarse a una cultura distinta.

El incremento en la población hispana en Estados Unidos ha resultado en una mayor demanda de personal bilingüe con distintos niveles de preparación académica y con credenciales académicas validadas e inclusive fuerza laboral altamente diestra. Como consecuencia, hay misiones de reclutamiento constantemente en la Isla buscando desde médicos, enfermeras, policías, maestros, contables hasta mano de obra diestra para la manufactura y empresas agrícolas. Estos reclutamientos son altamente atractivos para los puertorriqueños, porque les ofrecen salarios más altos que en la Isla e incentivos económicos para estimular su mudanza. Por ejemplo, un maestro de escuela del sistema público de Puerto Rico comienza con un salario base de aproximadamente 24.000 dólares anuales y en el estado de Texas comienza en 38.000 dólares anuales. Este asunto se ha incrementado a tal forma que hoy día hay más puertorriqueños residiendo fuera que dentro de la Isla.

Esta situación está impactando aún más la economía de la Isla y sus posibilidades de una recuperación a corto plazo. El sistema educativo postsecundario (universitario) es uno de los que se está afectando por el gran éxodo de familias completas. Las estadísticas de migración indican que el mayor grupo de los emigrantes son niños y jóvenes entre los 5 y los 17 años. Son familias enteras donde los padres tienen títulos universitarios.

Este evento migratorio ya se está reflejando en el sistema de educación K-12, donde se han cerrado más de 150 escuelas públicas en los últimos cinco años. La mayoría de las escuelas que se han cerrado tenía una matrícula de menos de 100 estudiantes. En el año escolar 2007-2008, se registró una matrícula de 526.565 alumnos en todo Puerto Rico y en el 2016-2017 solo se registraron unos 365.000 alumnos. Esta reducción también se va a reflejar en el número de alumnos que entrarán a las principales universidades del país.

En los últimos cinco años las universidades del país han visto una reducción de un 9% en las matrículas como resultado de la situación fiscal y los movimientos migratorios. En el 2011-2012 se registraron en las universidades del país unos 250.011 estudiantes. Para el 2016-2017, se redujo la matrícula en 23.057 para unos 226.954 alumnos registrados. La distribución porcentual es de 29,59% en instituciones públicas y 70,41% en privadas. La mayor pérdida ha sido en las privadas por el alto costo y por la flexibilización de las cuotas de admisión del sistema público: unos 30.000 estudiantes en los últimos cinco años.

No se esperan cambios en esta tendencia de bajas matrículas, lo que provocará muchas dificultades económicas para todas las instituciones de educación superior. Por tanto, las instituciones están mirando varias estrategias para estabilizar las matrículas. Una de ellas es aumentar la retención de estudiantes en todos los niveles académicos, modificar la oferta académica para hacerla más pertinente y atractiva, crear programas en línea o híbridos, seguir creando programas para el readiestramiento de la fuerza laboral del país y promover la oferta de excelencia fuera del país. Todas las instituciones han identificado que la calidad de la educación universitaria, con acreditaciones iguales que la estadounidense, con una infraestructura física de primera, entre otros aspectos, son hechos suficientemente atractivos para atraer estudiantes del extranjero. Una estrategia que puede estabilizar las finanzas de las instituciones es promover el reclutamiento de estudiantes del extranjero.

Las universidades de nuestro país se enfrentan a grandes retos que nos obligan a asegurar que somos pertinentes para el país. De la misma forma nos imponen la necesidad de fortalecer el trabajo colaborativo con el Gobierno y la sociedad civil para juntos desarrollar y establecer las estrategias para la recuperación socioeconómica. Las universidades son fundamentales para la transformación de la sociedad y tenemos que asumir ese rol con urgencia y entereza. Esta alianza debe ser una fuente continua de creatividad e innovación para el fortalecimiento de una sociedad sustentable, justa y equitativa.