La «vuelta a casa» de Guillermo del Toro

El cineasta mexicano Guillermo del Toro, ganador de cuatro premios Óscar por su última obra, La forma del agua, regresa a España, donde rodó dos de sus obras más emblemáticas, para ser homenajeado en la 21.ª edición del Festival de Cine de Málaga, que le ha otorgado el Premio Málaga-SUR como reconocimiento a su trayectoria cinematográfica.

Texto: Ashley Jáñez

 

Guillermo del Toro sosteniendo el premio Málaga-SUR. Foto: Álex Zea, Festival de Málaga.

«Estar aquí recogiendo este premio es como una vuelta a casa», afirmaba Guillermo del Toro mientras sostenía la biznaga otorgada por el Festival de Málaga en homenaje a su carrera. Y es que, aunque actualmente sea uno de los directores más importantes de Hollywood, el mexicano vivió una parte importante de su trayectoria en España, donde dirigió dos de sus películas más aclamadas: El espinazo del diablo y El laberinto del fauno, ambas con la Guerra Civil como telón de fondo de estas historias de género fantástico.

Hasta siete acepciones tiene la palabra «monstruo» en la lengua española, según la Real Academia de la Lengua. Cada una de ellas, más distinta a la anterior. Si bien es cierto que al pensar en un monstruo la primera imagen mental suele representar a un ser que infunde temor, si esta palabra va unida al nombre del cineasta mexicano Guillermo del Toro, su significado cambia por completo hasta convertirse en sinónimo de un ser brillante lleno de cualidades. Este «monstruo» de crear historias y darles forma es actualmente uno de los directores más aclamados de Hollywood, especialmente tras su éxito en la pasada edición de los Premios Óscar, donde se hizo con las estatuillas de mejor película, mejor banda sonora original, mejor diseño de producción y mejor dirección por La forma del agua, fábula romántica protagonizada por una mujer y una criatura marina. Si por algo es conocido Guillermo del Toro, además de por su talento a la hora de hacer películas, es por su especial mirada estética, sobre todo a la hora de crear criaturas o «monstruos» que ya han pasado a la historia del cine.

La 21.ª edición del Festival de Cine de Málaga, celebrada entre el 13 y el 22 de abril de 2018, volvió un año más apostando por el cine en español y todo aquello que rodea a esta industria. Entre los reconocimientos de esta edición, el Festival destacó a Guillermo del Toro con el Premio Málaga-SUR en reconocimiento a su larga y exitosa carrera.

La presencia de Guillermo del Toro en Málaga fue muy completa. El Festival de Málaga le dedicó un monolito en el paseo marítimo Antonio Machado, que el mexicano descubrió durante su visita a la ciudad, y que permanecerá junto al resto de galardonados con este premio como son, por ejemplo, Leonardo Sbaraglia, Paz Vega, o el malagueño Antonio de la Torre. Tras esto, el cineasta ofreció una clase magistral abierta al público que se celebró en el Palacio de Ferias y Congresos de Málaga, donde el espacio se llenó de personas expectantes por escuchar a uno de los directores más importantes del momento. Durante algo más de hora y media, del Toro habló sobre cine, contando experiencias personales dentro de la industria y su punto de vista sobre el proceso de creación cinematográfica, destacando técnicas y estilos, así como obstáculos a la hora de sacar adelante ciertos proyectos. En presencia del director del Festival de Málaga, Juan Antonio Vigar, el mexicano ofreció su visión sobre distintos temas relacionados con el cine y su manera de trabajar, explicando con referencias tanto a su propio trabajo como al de otros directores el proceso necesario para sacar adelante un proyecto. Dentro de ese proceso, hizo una especial mención a la estética de sus películas, algo por lo que es reconocido dentro de la industria. «A partir de El laberinto del Fauno he tratado de que todas mis películas fuesen pinturas e ilustraciones con vida», explicaba el mexicano, que analizaba la importancia de la luz y el color en su cine confesando que lo primero que piensa cuando ve un decorado para una película es por dónde va a entrar la luz.

Guillermo del Toro junto al monolito que le dedicó el festival. Foto: Álex Zea, Festival de Málaga.

Esta actividad estuvo presentada también por el director, productor, guionista y experto en cine Antonio Trashorras, coguionista de El espinazo del diablo, dirigida por Del Toro. Trashorras es amigo del cineasta y una persona que le conoce muy bien también en el ámbito profesional. Recientemente ha presentado el libro Del Toro por del Toro, publicado por el Festival de Málaga en colaboración con la editorial Luces de Gálibo, donde el autor conduce una serie de conversaciones con el director mexicano en las que se reúnen anécdotas y reflexiones de Guillermo del Toro sobre su vida y su carrera.

Durante la jornada también hubo tiempo para hablar de la creación de sus monstruos: «El monstruo tiene que provocar en mí un interés y un sentimiento estético. Que digas al mismo tiempo: qué belleza, pero qué terrible», afirmó del Toro. «La cantidad de detalles que pones en pantalla con tus monstruos es lo que los hace reales», comentó Trashorras, tras lo que Del Toro explicó que, para su última creación en La forma del agua, tardaron tres años. Para dar forma a esa criatura esculpieron las formas y con una aguja hicieron cada poro, arruga o cicatriz de su piel: «Todo esto no se ve, porque luego se somete al trabajo de pintura, que es otro lenguaje. Hay muchos lenguajes en el proceso de creación de una película», matizó.

Para concluir la visita de Guillermo del Toro, el «Festival de Málaga. Cine en Español», tras proyectar varias de sus obras como Cronos, El espinazo del diablo, El laberinto del fauno o La cumbre escarlata, le dedicó un homenaje que se celebró en el Teatro Cervantes de Málaga con la presencia de varios actores españoles que quisieron apoyar al cineasta y dedicarle unas palabras en esa noche tan especial donde se reconocía su aportación a la industria cinematográfica. La actriz española Paz Vega fue la encargada de presentar este homenaje, en el que estuvieron sobre el escenario Fernando Tielve, Irene Visedo, Eduardo Noriega, Ivana Baquero y Santiago Segura, que dedicaron unas palabras de agradecimiento y cariño al director mexicano, con el que todos han trabajado. Para hacer la entrega de la biznaga aparecieron en el escenario los actores Marisa Paredes y Ron Perlman, amigos y compañeros del director. Marisa paredes trabajó con Guillermo del Toro en El espinazo del diablo, mientras que Ron Perlman, además de ser un gran amigo del director, ha trabajado en muchas ocasiones con él. Su primer encuentro fue en la ópera prima del mexicano, Cronos, volviendo a trabajar juntos en Blade II y Pacific Rim, aunque probablemente su papel más conocido es el de Hellboy, a quien interpretó en las dos películas de esta historia dirigidas por del Toro.

Guillermo del Toro durante su clase magistral. Foto: Álex Zea, Festival de Málaga.

El director mexicano subió a recoger su biznaga arropado por amigos y colegas de profesión que también le aplaudían desde el patio de butacas. La admiración de este país hacia el director no es casual. El mexicano ha rodado en España, con actores españoles, e incluso confiesa que, de sus diez películas, tiene tres favoritas y dos de ellas son las que hizo en España: «He tenido experiencias fundamentales en España, y por eso estoy aquí. Cuando hice Mimic en el noventa y siete sentí que la vida se escapaba y aquí, en España, recuperé la fe en la vida y en el cine», apuntó del Toro, que incidió en que tras el circuito de premios de La forma del agua decidió hacer un «regreso a casa», que incluyó la visita al Festival Internacional de Cine Fantástico de Bruselas: «Quise volver al género que adoro y al que le he dedicado tanto amor y cariño para decir que en el fantástico se puede hacer poesía, se puede hacer arte».

El Festival de Málaga comenzó en 2017 una nueva andadura en la que abría los brazos al cine iberoamericano optando por cambiar su clasificación de festival de cine español para pasar a ser un festival de cine en español, donde tuviesen cabida todas aquellas obras realizadas en ese idioma compartido. La 21.ª edición de este festival consolidó lo que comenzó el año anterior, optando por dar una gran importancia al mundo iberoamericano tanto en las proyecciones cinematográficas como en una gran cantidad de actividades paralelas en las que se analizaron en profundidad diversos aspectos de esta industria. Un ejemplo de ello es el Málaga Docs: Encuentro de Cine Documental en Málaga, actividad enmarcada dentro del MAFIZ (Málaga Festival Industry Zone) en la que, con la colaboración del Aula María Zambrano de Estudios Transatlánticos de la Universidad de Málaga, se analizó y reflexionó en torno al documental latinoamericano actual, su historia y tradición, al igual que se hizo en anteriores ediciones con el documental español, trazando de esta forma una línea de unión entre el documental de ambas orillas del Atlántico.

La importancia del cine compartido y la coproducción entre ambas orillas es ya una realidad más que evidente. Directores de renombre como Alejandro Amenábar, Rodrigo Cortés o Juan Antonio Bayona son algunos de los ejemplos más claros, junto a Guillermo del Toro, del éxito en la coproducción, y demuestran los beneficios del trabajo por la unión del talento presente en ambas orillas creando obras maestras que quedarán para siempre en la memoria de los aficionados al cine.

Participantes en el homenaje a Guillermo del Toro. Foto: Álex Zea, Festival de Málaga.