En el mismo trayecto del sol. Entrevista al poeta Mateo Morrison

En el mismo trayecto del sol estamos este 27 de septiembre de 2019, en que me recibe el gran poeta Mateo Morrison en su casa.

No puedo dejar de llevarme por ese hermoso acierto poético de Pedro Mir que así define la República Dominicana: «Hay / un país en el mundo / colocado / en el mismo trayecto del sol». En su no menor acierto que su poesía reunida bajo el título Un asombro de ríos verticales.

En este ambiente caribeño, tanto por la poesía como por la noche de tormenta, lluvia, relámpagos que vemos desde la terraza de Morrison, con un gran flamboyán al fondo, comenzamos a realizar esta entrevista, mientras las losas del jardín relucen abrillantadas por el agua caída y asciende el perfume de la noche[1]. Es Mateo Morrison un muchachón del Caribe, siempre joven, generoso y bueno. Los años no le han borrado el gran porte físico que le hace parecer un jugador de rugby o de béisbol. Siempre jovial y voluntarioso, su voz es volcánica y estalla en frecuentes carcajadas

Texto y fotos: María Antonia García de León

El poeta Mateo Morrison

Tras muchos reconocimientos y premios literarios, ¿en qué momento de su quehacer como escritor se encuentra usted?

En un momento importante, porque tengo muchas cosas que hacer, muchas obras empezadas y debo elegir. El tiempo es el tiempo. Tengo que ser responsable con mi obra literaria. Mi preocupación principal es cumplir con los dictados de mi espíritu.

Hábleme más de ello.

Mi último texto se llama Terreno de Eros. Nace ante tres muchachas que me impactaron. Competían por hacerme una biografía. A esta altura del juego, yo estoy en la cuarta edad. Fue una renovación de mi poesía a través de esa realidad.

En un principio se iba a llamar Textos y pretextos de un poeta entrado en años. Luego lo cambié por el título Terreno de Eros.

[Véase en hipertextos 2 y 3 una crítica de Marcio Veloz, uno de los intelectuales dominicanos más señeros, y un fragmento de Terreno de Eros].

¿También ha escrito novela?

Sí. Quiero citarle el caso de una novela mía que ha sido empleada como libro de texto, de la que se editaron 50.000 ejemplares para educación secundaria. Se llama Un silencio que camina [2007]. Es una novela de adolescentes que tuvieron a bien seleccionar para este nivel educativo. Se trata de una competición amorosa por una muchacha entre dos adolescentes.

Ha sido usted viceministro de Cultura además de poeta y novelista. Realiza usted otras muchas actividades, como he venido observando estos días. Hábleme de ello.

Sí. Soy actor cultural de mi país. Comencé desde muy joven en la actividad pública. Recorrí el país y terminé recorriendo el mundo. Trato de hacer que vengan aquí, gente como ustedes. Traemos escritores de América y de España en una importante Semana de la Poesía que ya va por la octava edición.

Así pues, es usted poeta, gestor cultural y ensayista. Veo que también es importante su obra de ensayo repartida en prensa, revistas literarias y diversas publicaciones. Una tríada que, en efecto, requiere mucho tiempo. ¿Trabaja usted en equipo?, ¿tiene equipo?

Afortunadamente, estoy rodeado de profesores y poetas que estamos en estrecha colaboración. Deseo citar los nombres de Ángela Hernández[1], José Enrique del Monte, Basilio Belliard y Plinio Chahín, entre otros que podría citar. Creo que a algunos de ellos ya los ha conocido usted en la Feria del Libro de Madrid.

Sí, en efecto. Compruebo con alegría que la República Dominicana tiene excelentes relaciones con España, pues ha sido país invitado a la Feria del Libro de Madrid en 2019 y el año anterior también gozó de una significativa presencia en ella.

Con ocasión de la feria, apareció, como usted ha dicho al principio, una obra titulada En el mismo trayecto del sol. Poesía dominicana 1894-1984 [edición de Plinio Chahín y Rosa Silverio. Publicada por Huerga y Fierro]. En esta obra puede encontrar más de treinta poetas dominicanos de prestigio con una excelente obra.

El poeta Mateo Morrison junto a la profesora de Sociología y escritora y poeta María Antonia García de León durante la entrevista.

¿Qué le deben ustedes a la poesía española clásica y actual? ¿Y qué cree que les debemos nosotros a ustedes?

Desde muy joven he leído a Miguel Hernández, a Lorca (de este he escrito una obra: Lorca entre nosotros), a León Felipe… Admiro a Antonio Machado, a Ángel González (me encanta su Tratado de urbanismo), a Félix Grande con su Blanco spirituals. Pedro Gimferrer con su Arde el mar me impactó. Joan Margarit, Gloria Fuertes, Carmen Conde, Félix de Azúa (por su columna en El País me suscribí al periódico).

Volviendo a Antonio Machado, me viene a la memoria su poema: «Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla / y un huerto claro donde madura el limonero». Yo diría, un tanto en plan de humor, que también tuve un patio donde maduraba el guayabo (véase el poema Cuando nací en hipertexto 5).

Hablemos de religiosidad y poesía.

Yo parto de tres religiones: la anglicana de Jamaica, por parte de mi padre; la católica por parte de mi madre, que era dominicana; y la adventista por parte de mi abuela.

Así es que yo me hice ateo [risas]. No iba a pelear con las tres religiones. Escribí un poema, Nos visita Carlos Marx, en la moda de aquellos años sesenta y un crítico dijo que hasta ahí se me veía la religiosidad.

Mi abuela me daba la Biblia. En ella iba directamente al Cantar de los cantares, que me erotizaba. Yo leía solo lo que me gustaba. Me volví loco cuando encontré a san Juan de la Cruz. En menos de mil versos cabe su obra completa. Sin embargo, ha influido a T. S. Elliot, E. Pound…, al mundo entero.

Me interesa ese extremo. Yo estoy escribiendo sobre el paradigma exuberante/escueto en poesía. Y haciendo un análisis comparativo entre poesía americana/poesía española.

Sí, es el problema del cuerpo. Se cae frecuentemente en los excesos. En cuanto a las diferencias, que las hay, opino: diversidad humana, cuanto más, mejor.

¿Qué le debe la poesía española a América?

Todo empezó con Rubén Darío. Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez y otros muchos más estuvieron influidos por Darío. Lo consideraron un maestro. Rubén los acercó a Europa[2].

Aunque hubiera alguna voz discordante como Unamuno, que decía que tenía pluma de indio.

También impactaron mucho en España Neruda y Vallejo, en generaciones posteriores. Hay dos poemas de ellos emblemáticos en los bélicos años treinta: España en el corazón y España, aparta de mí este cáliz.

Se da también, a veces, un camino de ida y vuelta. Así Cernuda, influye en Octavio Paz, pero después Octavio Paz influye en él como ensayista.

Blas de Otero y Celaya estuvieron muy influidos por la poesía política que hizo Neruda. Y así un largo etcétera.

Cambiemos de tema, allá los muertos se entierren como Dios mandó a sus muertos (Celaya dixit). Vayamos al presente. Como poeta y socióloga, le hago esta observación: los españoles estamos volviendo los ojos a América. Leemos a los poetas americanos, estimamos que tenéis mucho que enseñarnos, este es un punto de inflexión que me parece muy importante. Esto es la novedad. Se ha roto el modelo de ir a aprender a la madre patria. Se ha quebrado el viaje unidireccional[3]. Ahora todos viajamos en ambas direcciones. Esto me parece un giro copernicano, una bomba cultural. Es un momento muy interesante.

Ahora se nota que estáis comenzando a hacernos más caso. Pero hay que trabajar más. Nuestra embajada consiguió que fuéramos país invitado en la Feria del Libro de Madrid. Eso fue un hecho muy notable. Aquí, la Semana de España incluye este año, en su programación, la poesía. Pero no todo se lo debemos dejar a los gobiernos.

¿Cuál es el momento actual de la poesía del Caribe? ¿Y cuál es la diferencia entre hombres y mujeres poetas?

Caribes hay muchos. Precisemos, el Caribe hispánico. En concreto, la poesía dominicana tiene muy buena salud en la generación joven. Vea, por ejemplo, la antología Conjugar el verbo arena, con treinta poetas jóvenes de mucha calidad. Conozca a poetas jóvenes como Lauristely Peña Solano y que la ponga en contacto con poetas jóvenes.

Darlos a conocer es el problema. Nos han superado, han cogido su camino, gente de treinta años. Y la mayor parte son mujeres.

En cuanto a temas, las mujeres tienen una mayor inclinación hacia lo erótico, la liberación, el cuerpo. Los hombres hablan más de todo. Quiero citar, como mero ejemplo, el caso del joven poeta Homero Pumarol, que inició un cambio en la poesía que comienza en los años ochenta en cuanto a cantar la ciudad, la vida cotidiana. Por ejemplo, el famoso poema a un luchador, a la gente llamada corriente que antes no se le haría un poema. Creo que están influidos por la beat generation.

Yo he tratado de dar un poco de apoyo a las mujeres: Ángela Hernández, Soledad Álvarez y otras notables, situadas en el centro de la poesía dominicana.

He cumplido con un programa espiritual. Pero aún me queda mucho que hacer. Tengo muchos campos de batalla.

Te comprendo. Es una cuestión de carácter. Eres un ser muy intenso. Me gustaría terminar estas excelentes horas que hemos pasado juntos hablando en esta entrevista. Deseo terminar por el comienzo (circularmente), recordando cómo nos conocimos en Madrid. Pero, antes, compartamos este poema que tiene que ver con ser seres de acción [véase en hipertexto 7, mi poema Tal vez yo sea Jano). Es cuestión de carácter.

Por pura fortuna, que hace lo improbable probable, nos encontramos en el portal de la Casa de América, a la salida de un acto, con la escritora Ivonne Sánchez-Barea, que nos presentó a toda prisa, porque tenía que marcharse con urgencia. Allí, nos quedamos sin programa Mateo, Ángela Hernández y yo. Se me ocurrió invitarlos a recitar al próximo Café Gijón, donde yo había pensado ir. De un modo informal, improvisamos un breve recital dominicano y mis recientes amigos arrasaron con su lírica. Fue una noche inolvidable, en la que nació una admiración, una amistad y un poema dedicado a los poetas de América. [Véase hipertexto 8].


[1] La poeta Cristina Galán estuvo presente en la entrevista y ha colaborado en su realización. En hipertexto 1 se puede leer el breve retrato que hace en su cuaderno de viaje de Mateo Morrison y de la situación vivida.

[2] Ángela Hernández, gran poeta dominicana, estima el poema Pasajero del aire como una de las cimas de la poética de Morrison y tal vez de la poesía de América (véase en hipertexto 4 un fragmento del poema).

[3] Mientras transcribo y elaboro esta entrevista, publica El País un artículo de M. Vargas Llosa, «Recitando a Darío…» (20 de octubre de 2019), que me parece muy pertinente como complemento a lo que venimos tratando. Reproduzco un fragmento en hipertexto 6.

[4] Como un mero ejemplo, en la antología que edité junto a otras poetas, reunimos a 34 poetas mujeres de las dos orillas: Bajo la estrella el viento (Madrid: Ed. Huerga y Fierro, 2016)


HIPERTEXTO 1

Del cuaderno de viaje de la poeta Cristina Galán en Santo Domingo
En la singladura de llevar nuestra poesía a tierras de América, viajamos a este mar Caribe con la idea de hermanar la primitiva palabra que subyace en la Pangea del corazón.
Comenzamos el periplo en Santo Domingo, gracias a la invitación de un gran poeta que lleva en su sangre el arte, la sabiduría y la humanidad de su historia. Qué gran bendición fue recalar en su casa durante una semana.
Mateo Morrison es un ser gigantesco, una montaña de humanidad coronada de sabias y bellas palabras que desde la cumbre de su altura ilumina las costas caribeñas. Es un coloso rotundo en su físico y en su inteligencia, en su hermosa arquitectura de Tío Tom con neurona de Mandela, de Whitman, de poderoso poeta.
Escucharle recitar en la noche, como un rapsoda noctámbulo, frente al flamboyán de su terraza nos hacía viajar a los orígenes de las palabras, atravesar la historia profunda con el ritmo imparable de sus versos hacia la conquista del ser humano.
Lo recuerdo como un demiurgo recitándonos su poema Nocturnidad del viento:
Habitado de antiguos vacíos
coloco mi camisa sobre el cuerpo,
salgo al encuentro del día […]
me inicio con los ojos desencajados de sus órbitas
miro la ciudad como si el mundo danzara
lentamente sobre mí […].
Cuántos instantes casi siglos sobre mi cabeza,
comienzo a entender las miradas tristes.
Desde la maternidad,
a través de un retrato
congelados sus ojos para siempre,
un pedazo de papel es destruido por la brisa
para disolverse en la última gota del Ozama.


HIPERTEXTO 2


Crítica de ‘Terreno de Eros’, de Marcio Veloz Maggiolo
Gozo la buena poesía en prosa porque siempre he pensado que la palabra en sí, como Logos, es, ya por su sola condición de palabra, materia y espíritu que debieron estar en el famoso Fiat Lux originario, expresándose de forma metafórica, porque según muchos físicos matemáticos, como por ejemplo Robert Lanza, materia y espíritu nacieron al mismo tiempo, y el universo podría ser la metáfora del Logos, expandiéndose y enriqueciéndose simultáneamente, y que cuando reventó la luz aupada por el sonido, también nació lo espiritual fundido en la materia. La inspiración de cuerpo y espíritu
continúan.
[…]
Este poemario, releva a la mujer de carne y hueso de serlo, para transformarla en la imagen transparentey fraccionada, según sea el erotismo del autor que envejece, respiro material de un amor emergente, árbol con hojas milenarias, Eros senil a veces, pero intocable e inteligible para el corazón, objeto de carne y hueso, que no entiende los latidos del gemelo imaginario en el que se apoya la poesía.
Terreno de Eros encarna una zona impecable de la poesía donde solo viven las imágenes inalcanzadas e inalcanzables del amor. El círculo donde agonizan, mueren y resucitan desencajados de la realidad, genes, imaginarios; protozoarios de la imaginación que determinan el amor de ida y vuelta, paseo en parques con palomas de donde surgen las míticas figuras de ellas, distribuidas en sueños milenarios en la escala imaginaria de lo poético.


HIPERTEXTO 3


Extracto de ‘Terreno de Eros’ (1), de Mateo Morrison
El agua (mar, río, lago) y yo, a cada instante
nos disputamos con fiereza el amor de las
muchachas. Con el transcurrir me acerco al
precipicio, por eso mido la intensidad de la
batalla cuando sonríen, al mismo tiempo que
presentan flores y espinas.
[…]
Cuando oigo el agua recorrerlas no adivinan
que elaboro árboles en mi memoria,
mientras sus poros se inundan. Esas faldas
cargadas de colores que impiden ver la plenitud
de sus pubis, parecen eternizarse.
Coleccionan sus matices; las imagino al
cesar la caída del agua y se secan en la toalla
encendida de mis ojos. Ahí se rencuentran
mis múltiples vahídos, emergen de las paredes;
deciden avanzar y de pronto aparecen
alegres todavía con algunas gotas que se niegan
a morir. Nuevamente, el asombro de la
inesperada presencia.
Busco en tiendas, el tamaño exacto de
cada uno de los hilos de sus vestimentas. A
través de las telas, yo adivino sus tibios temblores…


HIPERTEXTO 4


De ‘Pasajero del aire’, de Mateo Morrison
Ahora sí me voy, montado en tu silencio, atravesando
las palmas que me sombrean el mundo.
Ensillaré el caballo que derribó a mi abuelo,
quien trató de escapar de los grilletes de la esclavitud.
Ahora sí me voy, orillando los polos, el
del Norte y del Sur, en un navío de árboles.
[…]
Me sentaré a llorar, desde una isla despoblada,
los bombardeos a Hiroshima y Nagasaki.
Miraré desde la Estatua de la Libertad y el
Palacio de la Moneda a los caídos del 11 de
septiembre.
[…]
Atraído por los roncos sonidos me iré al
centro de África para disfrutar la creación del
25 tambor. Porque no puedo ser solamente
una estatua que respira. Por eso, el silencio
congelado me invita a recorrer nuevos caminos.
Juro que me iré. En el sonido de una voz
que reconozca la mía. Detrás de una sonrisa
que interrumpa este sueño. Aseguro que me
iré a través de todas las experiencias amatorias,
desde el Kamasutra hasta El arte de amar,
en esta mañana donde nuestros cuerpos inventaron
una sola existencia. A pesar de todo,
juro que me iré.


HIPERTEXTO 5

‘Cuando nací’, de Mateo Morrison
Cuando nací me recibió el guayabo sonriendo
y mi padre no me envió a recorrer
los caminos de la vida.
Prefirió protegerme en su entorno
los primeros años
para que el viento
no se llevara mi delgadez extrema.
Mi madre se encargó
de que mi crecimiento
fuera agradable:
construyó en nuestro patio un jardín
y me enseñó el nombre exacto de las flores.
Aprendí a deletrear las madrugadas
y a levantarme temprano a saludar el día
con un respiro al aire fresco;
recorría el patio hablando en solitario.

Se cruzaron en mí los caballitos
de madera y las estrellas,
las hamacas y las campanas de la iglesia.
Con la muerte de mis padres me llegó
la adultez.

Tuve que arar mi nuevo territorio
y ahí se inició la nueva historia.
Un deseo infinito de escribir
y una palabra difícil de encontrar.
Un camino de escombros donde cada letra
reclama su lugar exacto
y cada frase se me escurre por los dedos
formando su propio espacio
para ser habitado con humildad
hasta que otro árbol del patio me despida.


(Mateo Morrison: Las palabras están ahí)


HIPERTEXTO 6

«Recitando a Darío», por Mario Vargas Llosa
[…]. En verdad, lo que hizo Darío fue romper el provincianismo que asfixiaba a la poesía de nuestra lengua, la que, desde los grandes tiempos clásicos con Quevedo y Góngora, se había empequeñecido y retraído a las querencias locales, y salir a enfrentar al mundo entero para apropiárselo, precisamente con aquellas mezclas y apareos que solo un hombre de la periferia podía haber hecho, es decir, alguien que, a diferencia de un poeta francés o británico o alemán, no escribía condicionado por el peso de una tradición. La extraordinaria libertad y audacia con que Darío creó su propia tradición, en esas alianzas desaprensivas en que los dioses griegos bailan el minué con las coquetas indiscretas de los salones del Rey Sol, liberó a la poesía en lengua española del regionalismo y la devolvió al universalismo de los clásicos. Gracias a él fueron posibles, de una parte, las conmociones telúricas y épicas del Neruda del Canto general, la entrañable poesía de Vallejo, y, en el otro extremo, el internacionalismo de un Borges. Este último lo reconoció, de manera irrefutable: «Su labor no ha cesado y no cesará», escribió; «quienes alguna vez lo combatimos, comprendemos hoy que lo continuamos». Por eso, Sergio Ramírez tituló el excelente ensayo que le dedicó: El libertador […].


HIPERTEXTO 7

‘Tal vez yo sea Jano’, de María Antonia García de León
Siento mi vida como un simulacro,
es un gran decorado.
El presente, en borrador.
Lo que me importa, en prenda futura.
Como excelente neurótica,
no entiendo que la vida sucede
en el instante mismo que sucede.
Creo que hay dos vidas.
Una decorativa y otra en serio.
Alegre, alocada, malherida,
llevo una existencia,
como si tuviera dos vidas y más.
Yo, sin embargo, no he matado el tiempo.
Como profeta clamo:
¡Ay del que empieza a mirar el reloj!
¡Ay, del que piensa
que esto es una pérdida de tiempo!
Quien así dice,
ha dejado de ser joven,
de desparramarse en gozoso banquete,
de mirar las musarañas,
de cazar gamusinos,
o alebrijes irreales.
Sin embargo,
yo no he hecho nunca crucigramas,
ni veo la televisión.
No he matado el tiempo.


HIPERTEXTO 8

‘Poetas de América’, de María Antonia García de León

A Mateo Morrison, poeta de América.
Retrato lírico


Poetas de América, volcanes sois.
Allí todo es posible.
Nunca a la búsqueda de Freud,
siempre en pura estampida:
Como las bestias en la estacada,
lanzan alegres su relinchar.
Yo vengo de una España escasa-hirsuta,
madrastra, patriarcal,
hija de Bernarda Alba.
Allí todo es posible.
Sueño con árboles acorazados,
Eiffeles vegetales,
Capillas Sixtinas de América.
Sois, poetas de América,
quienes me robáis el sueño.
Hacéis toda escritura posible,
multiplicáis lo real.
Tres camadas de hijos,
cinco matrimonios,
siete amantes.
Tierra de la reinvención continua:
—Sopla el huracán y os trae otra vida.
—Un terremoto, y cambiáis de oficio.
En el espacio americano,
un metro vale por diez.
Veo un grabado de Alonso Quijano,
entusiasta y mareado entre libros.
—¡Soy yo!
No son los libros de caballería
quienes me lanzan a la gran llanura.
Son,
el amor en torrentera,
las lianas,
las selvas,
los huracanes,
de los ubérrimos corazones de América,
sus poetas,
que me enloquecen,
que me han hecho perder el sueño.
Con Mateo Morrison,
sentada en el Café Gijón, lloré.


Mateo Morrison (nota biográfica)


Nació en Santo Domingo el 14 de abril 1946, hijo de Egbert Morrison, jamaiquino, y Efigenia Fortunato, dominicana. Dentro de la historia literaria dominicana, corresponde a la Generación de Postguerra. Es el primer dominicano egresado en Administración Cultural. Estudió en el Centro Latinoamericano y del Caribe para el Desarrollo Cultural de Venezuela.
Es licenciado en Derecho magna cum laude, con un diplomado en Derecho de Autor y Propiedad Intelectual, y otro en Negocios Jurídicos Internacionales. Ha sido profesor a nivel secundario y universitario. Ha recibido la distinción Salomé Ureña de Henríquez, que otorga la Secretaría de Estado de Educación, y la distinción de la Cámara de Diputados por su
labor cultural. Presidente fundador de Espacios Culturales y fundador de la Unión de Escritores Dominicanos, donde ostentó la secretaría general. Fundador del taller literario César Vallejo, fundador de la revista Extensión, de la UASD.
Dirigió el Departamento de Cultura de la UASD durante veintidós años y recibió por esta labor cinco reconocimientos durante diversas gestiones, entre ellos el Premio al Trabajador Universitario. Dirigió durante veinte años el suplemento cultural Aquí. Su obra literaria ha sido traducida al inglés, francés, chino, coreano, hebreo y rumano. Coordinador general del Encuentro Internacional de Escritores Pablo Neruda y del Encuentro Nacional de Organizaciones Culturales Populares.
En 2010 recibió el Premio Nacional de Literatura.
En 2019, el Premio Candado de Oro, reputado galardón literario de República Dominicana.
Morrison es conocido por su poesía, aunque también escribió la novela Un silencio que camina.
Algunos de sus poemas se han traducido al chino, coreano, francés, hebreo e inglés.

Última obra poética

Pablo Neruda entre nosotros, 2004
Difícil equilibrio, 2005
Dorothy Dandridge, 2006
Soliloquio desnudo y otros poemas, 2007
Espasmos en la noche, 2007
Un silencio que camina, 2007
Las palabras están ahí, 2008
Mateo Morrison. Diversas miradas, 2009
Estático en la memoria, 2009
Espasmos en la noche, 2010
Pasajero del aire, 2010
Ojos de madre, vientos de guerra, 2010
El abrazo de las sombras, 2014
La tempestad del silencio, 2014
Los nacimientos múltiples de Juan Bosch, 2015
Mateo Morrison. Antología poética, 2015
Terreno de Eros, 2017.
Caminar con las palabras, 2017.