Pablo Portillo Strempel: «En Málaga deberíamos tener un centro de interpretación para dar a conocer nuestro pasado marítimo»

El investigador Pablo Portillo Strempel, abogado de profesión, presenta una minuciosa investigación que da a conocer la existencia de La Isabel, una barca de jábega malagueña en el Mariners’ Museum de Newport News, en Virginia (Estados Unidos). Esta investigación, que cuenta la historia de la llamada barca americana y de cómo llegó a este museo, se publicó al completo en el número 42 de la revista Cuadernos del Rebalaje, editada por la asociación cultural Amigos de la Barca de Jábega. Este número, titulado «La barca americana. La Isabel. Una barca de jábega malagueña en Newport News, Virginia», se presentó públicamente con la colaboración del Aula María Zambrano de Estudios Transatlánticos, de la Universidad de Málaga.

Texto: Ashley Jáñez

El investigador portando un ejemplar de la revista ‘Cuadernos del rebalaje’

¿Cómo y cuándo empezó a interesarse por el tema de la barca americana?

La Isabel parte de una leyenda que hablaba sobre una barca americana. Yo sabía de esa leyenda desde hace unos veinte años, porque he vivido mucho tiempo en el barrio de El Palo y allí siempre se ha escuchado en personas muy mayores lo de la barca americana, aunque se quedaba todo ahí, porque nadie sabía nada más acerca de la historia, ni siquiera cómo se llamaba la barca. Ya con la investigación, supe que su nombre era La Isabel. Nadie me daba pistas, pero en abril de 2016 un conocido me mandó un correo electrónico con ciertas instrucciones y las seguí. Me envió unas fotos de una barca donde las leyendas, en inglés, indicaban que su localización estaba en Estados Unidos. Entonces me vino a la cabeza que esa podría ser la barca americana. Esta fue la primera pista fiable y a partir de ahí me puse a investigar. Durante años, no sabía ni por dónde empezar a investigar, pero esta fue la primera pista seria para descubrir que, finalmente, lo que decían los más antiguos de la playa era verdad.

¿Cómo fue el proceso de investigación?

Reconozco que he tenido bastante suerte. El primer paso era contactar con el Mariners’ Museum de Newport News. Escribí un correo interesándome por ese tema y, aunque tardé en obtener respuesta, reiteré las peticiones y me contestaron. Tuve la suerte de que me derivaron a Rachel Conley, una investigadora muy activa en temas locales. Ella también tenía mucho interés en saber cosas del Mediterráneo y de esta forma de cultura marítima local ya desaparecida, así que nos nutrimos mutuamente y me ayudó escaneando casi todo lo que tienen en su archivo. Me facilitó muchos documentos y, como había reciprocidad, conseguimos realizar un buen trabajo.

Después, localicé en el Archivo de Capitanía Marítima de Málaga el contrato de compraventa y se lo mostré a Rachel Conley. Allí en Virginia no lo tenían, así que de esta forma comprobaron que yo estaba comprometido con la investigación. Ya después, cuando terminó la investigación, me correspondía la parte de archivo y hemeroteca local, y más tarde le pedí a ella fotografías de buena calidad. Gestionamos con el fotógrafo oficial del museo la adquisición de dos fotografías en blanco y negro y cinco en color.

Replica en miniatura de una barca de jábega

¿Cuál fue la mayor dificultad en la investigación?

Una dificultad fue esta de las fotografías, ya que el importe inicial que nos pedían por ellas era muy elevado; pero finalmente logramos alcanzar un acuerdo. Por otro lado, en el mundo de la barca —donde estoy bastante metido— hay rivalidad entre playas, sobre todo antiguamente, porque ahora se ha difuminado un poco. Se suele hacer gala de las barcas que se tiene y en El Palo gusta mucho decir que ellos tienen La Isabel. De modo que uno de los problemas que me he encontrado en la investigación es que no he podido determinar qué playa de varada corresponde a La Isabel. No tengo documentación sobre eso, así que me he valido del testimonio y la tradición oral. A través de los nombres del mandador y del propietario de la barca, busqué en los libros de empadronamiento a ver si localizaba a estas personas y las podía asociar a una playa. A eso le dediqué mucho tiempo, pero no encontré ninguno de los nombres, así que no he podido determinar ese dato.

¿Tiene pensado seguir investigando esta historia?

Ahora mismo está muy agotado el tema, porque poco más se puede obtener. Puedo encontrar algún dato más, porque no hay que descartar que alguien que lea el artículo pueda saber algo o tener documentación. Esto es una historia del año 1931, pero puede haber gente que tenga información sobre esto en forma de recuerdo familiar. En cuanto a mi investigación, sería bonito realizar un segundo trabajo sobre el estado de la barca en la actualidad. La barca se encuentra deteriorada y no está expuesta, por lo que se podría hacer un informe sobre qué posibilidades hay de repararla. Los norteamericanos no conocen las técnicas de reparación que requiere una barca de jábega, por lo que el encargado tendría que ser un carpintero de ribera de aquí que domine la técnica. También es cierto que antiguamente se medía de otra forma, pero hoy se toman más de cien medidas distintas a las barcas, ya que se trata de un tesoro, y el conocimiento y la investigación así lo requieren.

¿Y allí, en el museo, tienen el objetivo de restaurarla?

Me comentaron que ahora mismo no se puede exponer, pero la intención es mostrarla al público. También me explicaron que Huntington —fundador y el primer presidente del Mariners’ Museum de Newport News— había sido muy selectivo en la adquisición de fondos y quería que todos ellos fueran expuestos. Por tanto, la idea es exponerla, pero es una embarcación con casi cien años y el mantenimiento es caro y difícil; además, hay que ver con qué criterios se restaura.

A través de lo que ha visto y el contacto que ha tenido con la gente del museo, ¿ha percibido en Estados Unidos un interés por este tema o por cuestiones malagueñas o españolas?

Yo me he centrado en el tema de la barca y mi contacto ha sido con poca gente, pero sin duda les llama la atención y, sobre todo, el hecho de que noventa y tres años después haya una persona interesada en aquello. No solo les llama la atención, sino que me imagino que conocer nuevos países y culturas les interesa. El otro día me comentaron algo que yo no había pensado, pero me atrae mucho, y es el hermanamiento entre ciudades. Desde luego, con este tema ya tenemos un nexo común para un hermanamiento entre Málaga y la ciudad de Newport News. No controlo cómo podría llevarse a cabo, pero ya tenemos el argumento, y todo lo que sea unir y hermanar ciudades siempre es positivo.

¿Cree que desde aquí se deberían potenciar más esos lazos con Estados Unidos?

Aún estamos empezando. Espero y confío en que este tema, que es una curiosidad más de Málaga, obtenga un respaldo. Esto deberíamos aprovecharlo y rentabilizarlo creando lazos de unión, ya que la base está hecha. Una idea sobre esta cuestión podría ser enviar un equipo allí para que un carpintero emita un informe técnico sobre la situación de la barca y publicarlo aquí. Por otro lado, me parece curioso que la barca de jábega, que tiene una cultura milenaria, no tenga entrada en la universidad. Nadie se ha preocupado, desde el punto de vista docente, de tratar mínimamente la barca de jábega. Habría que aprovechar y dedicarle alguna sesión docente. Además, el tema tiene muchas posibilidades, porque se puede abordar desde el punto de vista de la musicología, la carpintería, la gastronomía, la antropología, el deporte, las tradiciones, etcétera. Hay un espectro muy amplio que podría tratarse desde la universidad implicándose e innovando. Yo animo a toda la gente a que entre en este mundo.

¿Desde Málaga existe una implicación con la barca de jábega?

Algo que se suele decir es que Málaga vive de espaldas al mar y en cierta manera es cierto. En cambio, muchas ciudades tienen un centro de interpretación con su pasado marinero; como Conil, por ejemplo, y eso que es un pequeño pueblo. En Aveiro (Portugal) hay un gran museo. En cambio, Málaga no tiene nada. Yo no digo que deba tener un museo dedicado, porque es un proyecto muy ambicioso, pero tendríamos que empezar por un centro de interpretación. Tampoco es necesario que sea en Málaga ciudad, porque podría ser en otro municipio de la costa, pero así se daría a conocer ese pasado marítimo que ha tenido Málaga. Recuerdo ese poema de Góngora que comenzaba:

Amarrado al duro banco

de una galera turquesca,

ambas manos en el remo

y ambos ojos en la tierra,

un forzado de Dragut

en la playa de Marbella

se quejaba al ronco son

del remo y de la cadena.

Pablo Portillo durante la presentación de su investigación

Es decir, ya en el Siglo de Oro, el primer agente turístico que tuvo la Costa del Sol fue Luis de Góngora. Lo que quiero decir con esto es que deberíamos tener un centro de interpretación que abarcara en general la pasada cultura marítima de Málaga y, dentro de él, se podría dar entrada a la barca de jábega, el puerto y esa forma de vida. Fuera de Málaga se nos identifica por los espetos de sardinas, pues vamos a rentabilizar eso y a ponerlo en valor. En Barcelona hay una barca de jábega en uno de los mayores museos marítimos del mundo y nosotros no tenemos nada.

Al mundo de la barca también le falta algún tipo de protección o reconocimiento. El espacio que va desde la N-340 a la playa es tierra de nadie, una zona abandonada sin regular. Habría que dotarlo de algún tipo de protección o de reconocimiento, pero eso tendría que ser a nivel autonómico o nacional.